España sufre un doble
robo del siglo
CRONICA GLOBAL - 18.09.2016
Estos días nos hemos desayunado
con un par de noticias de esas que erizan el vello al más pintado. La primera:
el Estado apenas ha recuperado 2.700 de los 51.300 millones que el conjunto de
los ciudadanos españoles satisfizo a escote para salvar del naufragio a las
cajas de ahorros. Es decir, el resarcimiento equivale a poco más de un 5% de
los fondos desembolsados.
La segunda: el Estado lleva
aportados más de 191.000 millones a las comunidades autónomas en estos años de
depresión, por diferentes vías, para apuntalar sus finanzas y evitar que
incurran en una insolvencia generalizada.
Son muy pocas
las voces de escándalo que se alzaron ante la estratosférica magnitud del
saqueo sufrido en todo el país
Ambas noticias han discurrido por
los medios como de puntillas, sin pena ni gloria. Son muy pocas las voces de
escándalo que se alzaron ante la estratosférica magnitud del saqueo sufrido en
todo el país.
La retahíla de episodios de
corrupción que estamos viviendo en los últimos tiempos es tan densa, la
impunidad que disfrutan muchos de los mangantes es tan clamorosa, que ya casi
nadie se inmuta por semejantes desmanes.
Vayamos por partes. Mariano
Rajoy, presidente del Gobierno, aseguró en su día que las multimillonarias
inyecciones a las cajas las acabarían pagando los bancos. El ministro de
Economía, Luis de Guindos, fue todavía más lejos. Aseguró que “no
tendrán coste para la sociedad, sino todo lo contrario”. Y por si aún no
estuviese claro, la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría remachó
el clavo: “Hemos hecho este rescate de forma que no cueste ni un euro al
contribuyente”.
Que santa Lucía conserve la vista
a estas tres lumbreras. Los cálculos más optimistas cifran en 14.000 millones,
a lo sumo, las cantidades que finalmente se logrará recobrar. Por consiguiente,
ya podemos ir cargando en nuestra particular rúbrica colectiva de fallidos la
nadería de 38.000 millones.
Huelga añadir que ese fortunón no
estaba embalsado previamente en las arcas oficiales, sino que la UE hubo de
prestárnoslo ante la amenaza de que España cayera en quiebra. Así que esa
enorme masa pecuniaria ha ido a engrosar directamente la deuda nacional.
Quienes habrán de pechar con el grueso de la factura no son las actuales
generaciones, sino las venideras.
Los caciques
autonómicos, erigidos muchos de ellos en auténticos reyezuelos de sus
respectivas taifas, se han dado con fruición digna de mejor causa a una orgía
de derroches sin tasa
El otro robo del siglo lo
constituyen los auxilios a las comunidades autónomas, receptoras de una
impresionante riada de dinero público que se ha ido íntegra por el sumidero.
Los caciques autonómicos, erigidos muchos de ellos en auténticos reyezuelos de
sus respectivas taifas, se han dado con fruición digna de mejor causa a una
orgía de derroches sin tasa, sueldos exorbitantes, nepotismo descarado,
malbaratamiento de recursos y, en suma, a un latrocinio exhaustivo y
generalizado del peculio de todos.
Al igual que ocurre con los fondos
europeos, el numerario puesto en manos de las regiones tampoco se encontraba
disponible. Hubo que allegarlo por el consabido y expeditivo procedimiento de
engordar la deuda estatal hasta el paroxismo.
En el desastre de las cuentas de
las comunidades destaca por derecho propio la dimensión del agujero de
Cataluña, que ha acaparado un tercio de los fondos adjudicados a los
territorios.
Las cajas de ahorros, infestadas
de políticos y sindicalistas, y el pertinaz e incesante despilfarro autonómico,
también provocado por los políticos, han sumido los erarios en un brutal
socavón de más de 229.000 millones de euros. ¿Quién defiende a los inermes ciudadanos
de la casta política que nos asola?
Baratech forma parte de una estirpe periodística
catalana de larga tradición. Licenciado en Administración de Empresas por la
European University y máster en Social Media Branding & Digital
Strategy por La Salle-Universidad Ramón Llull, es coautor del libro Mas-Colell, el ‘minessoto’ que fracasó en política, de reciente
publicación. Ha colaborado en Economía Digital y con anterioridad en La
Vanguardia Digital y el diario Avui.