domingo, 29 de marzo de 2020

Vacuna de la Viruela:
Real Expedición Filantrópica Española
para su difusión global, 1803-1810





Busto de Francisco Javier Balmis en la Facultad
de Medicina de la HMH en San Juan de Alicante.

La epidemia del virus COVID-19, más conocido popularmente como el "Coronavirus", convertido en pandemia a nivel mundial por no existir una vacuna para luchar contra él en pleno siglo XXI, hace que a la desesperada se esté experimentando inyectando a los enfermos plasma de pacientes que han conseguido superar la enfermedad y al parecer con resultados esperanzadores, que serán un paso importantísimo para desarrollar una vacuna eficaz, seguro que no tardando, contra tan mortífero virus. La noticia de este posible nuevo sistema de curación que se presenta como una gran novedad, me ha hecho recordar que hace años, en una publicación cuyo título no recuerdo, leí que España había organizado una expedición para vacunar de la viruela en el siglo XIX a los habitantes de sus territorios de ultramar, tanto en América como en las Islas Filipinas y China con un método similar.


No me costó demasiado encontrar en Wikipedia la historia apasionante de cómo en el siglo XIX, hace 217 años, de una forma rudimentaria, pero que sin duda fue la base de las actuales vacunas, y que hoy vuelve a experimentarse con él para luchar contra el Coronavirus, sirvió entonces para erradicar aquella mortífera pandemia en muchos territorios alejados de la moderna medicina de entonces, todavía incipiente.

Una expedición médica promovida por el médico español Francisco Javier Balmis y financiada por la Corona Española reinando el rey Borbón Carlos IV, partió de España con 22 niños que portaban el suero en sus brazos, que contenía anticuerpos fabricados por el organismo de los chiquillos, para combatir de la misma forma que hoy se quiere utilizar, la Viruela en las posesiones españolas en América, Filipinas, e incluso China por primera vez, vacunando a miles de personas para salvar a cientos de miles, o millones, puesto que el método siguió usándose durante años gracias a la creación de grupos encargados de seguir el método para que continuaran con las vacunaciones.

Aquella misión científica y humanitaria, no salió gratis pues Los niños que viajaron para ser portadores dentro de sus propios cuerpos del suero sanador, no volvieron a España, así como otros miembros de la expedición.

Pedro López Ocaña
29/03/2020



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La Real Expedición Filantrópica de la Vacuna, también conocida como Expedición Balmis en referencia al médico español Francisco Javier Balmis, fue una expedición de carácter filantrópico que dio la vuelta al mundo y duró desde 1803 hasta 1806. Su objetivo era en principio que la vacuna de la viruela alcanzase todos los rincones del Imperio Español, ya que la alta mortandad del virus estaba ocasionando la muerte de miles de niños.
El rey Carlos IV apoyó y sufragó con fondos públicos al médico de la corte, el doctor Balmis, en su idea de una vacunación masiva de niños a lo largo del imperio, ya que su propia hija, la infanta María Teresa, había fallecido a causa de la enfermedad.
Se considera la primera expedición sanitaria internacional de la historia. ​ Se puede entender globalmente como «una caravana infantil con rumbo al Nuevo Mundo para transportar la vacuna y prevenir las epidemias de viruelas. Dando como resultado uno de los viajes más extraños que tiene como protagonista a la medicina y a la ciencia en el siglo XIX».​


Inicios


 Estatua ecuestre de Carlos IV de Manuel Tolsá, Ciudad de México..

En 1796 durante el momento de mayor extensión del virus de la viruela en Europa, un médico rural inglés, Edward Jenner. observó que las ordeñadoras de vacas lecheras adquirían ocasionalmente una especie de «viruela de vaca» o «viruela vacuna» (cowpox) por el contacto continuado con estos animales, y que era una variante leve de la mortífera viruela «humana», contra la que quedaban así inmunizadas. Tomó suero de esta vacuna y consiguió inocularlo a James Philips, un niño de 8 años. El pequeño mostró síntomas de la infección de viruela vacuna, pero mucho más leve, y no murió. El resto de los niños inoculados respondieron sorprendentemente bien.
Jenner publicó finalmente sus trabajos en 1798, y ya en diciembre de 1800 la vacuna había llegado a España, concretamente a Puigcerdá, de la mano del doctor Francisco Piguillem i Verdacer,​ Tanta celeridad, en un tiempo en que las noticias viajaban a caballo o en barco de vela, da una imagen de la gravedad de las circunstancias. Rápidamente el método de Jenner se difundió por Europa, y Francisco Javier de Balmis tradujo al español el libro del francés Jacques-Louis Moreau, de la Sarthe, en el cual se detallaba el procedimiento para vacunar.
Cinco años después de la publicación de este descubrimiento, en 1803, el rey de España Carlos IV, que había perdido a una de sus hijas por la viruela, María Teresa (1791-1794), aconsejado por su médico de corte Balmis, mandó organizar una expedición para extender la vacuna a todos los dominios de Ultramar (América y Filipinas). Además, en 1805 se promulgó una real cédula mandando que en todos los hospitales se destinase una sala para conservar el fluido vacuno. El elegido para esta misión fue el alicantino Balmis, que partió de La Coruña con los veintidós niños que iban a llevar el fluido vacuno en sus brazos hasta América, y 2000 ejemplares del libro sobre la vacuna, para establecer juntas de vacunación en las ciudades visitadas que garantizasen la conservación del fluido y la vacunación a las generaciones futuras. Era la primera vez en la historia que se preparaba lo que ahora llamaríamos una misión humanitaria de medicina preventiva, y que significó uno de los primeros pasos para la erradicación de la enfermedad a escala mundial. ​
Uno de los principales problemas que se presentaron a la hora de idear la expedición fue cómo conseguir que la vacuna resistiese todo el trayecto en perfecto estado. La solución se le ocurrió al mismo Balmis: llevar en el viaje a cierto número de niños, e ir pasando cada cierto tiempo la vacuna de uno a otro mediante el contacto del fluido de las pústulas.
Desarrollo

Recorrido de la expedición.

La operación comenzó con el flete del navío María Pita, que llevaba a veintidós niños huérfanos (entre tres y nueve años) que habían sido inoculados con la vacuna aún viva en su cuerpo; Balmis, prestigioso cirujano; dos médicos asistentes, dos prácticos, tres enfermeras y la rectora del orfanato Casa de Expósitos de La Coruña Isabel Zendal Gómez.

El 30 de noviembre de 1803 zarpó el navío con 37 personas desde el puerto de La Coruña. Entre los veintidós niños había seis venidos de la Casa de Desamparados de Madrid, otros once del Hospital de la Caridad de La Coruña y cinco de Santiago. La vacuna debió ser llevada por niños que no hubieran pasado la viruela, y se transmitió de uno a otro cada nueve o diez días. Niños entre los que se encontraba el propio hijo de Isabel, Benito Vélez, de nueve años, y Andrés Naya (8 años), Antonio Veredia (7 años), Cándido (7 años), Clemente (6 años), Domingo Naya (6 años), Francisco Antonio (9 años), Francisco Florencio (5 años), Gerónimo María (7 años), Jacinto (6 años), José (3 años), Juan Antonio (5 años), Juan Francisco (9 años), José Jorge Nicolás de los Dolores (3 años), José Manuel María (6 años), Manuel María (3 años), Martín (3 años), Pascual Aniceto (3 años), Tomás Melitón (3 años), Vicente Ferrer (7 años), Vicente María Sale y Bellido (3 años) y un niño más que falleció durante el viaje.


             
El María Pita, navío fletado para la expedición, partiendo del puerto
                                                          de La Coruña en 1803 (grabado de Francisco Pérez).

Las normas de la expedición indicaban claramente el cuidado que los niños debían recibir. Ninguno de ellos regresó a Galicia.
[...] Serán bien tratados, mantenidos y educados, hasta que tengan ocupación o destino con que vivir, conforme a su clase y devueltos a los pueblos de su naturaleza, los que se hubiesen sacado con esa condición. (Normas que regulaban cuestiones de la Real Expedición).
Cada niño recibió un hatillo que contenía dos pares de zapatos, seis camisas, un sombrero, tres pantalones con sus respectivas chaquetas de lienzo y otro pantalón más de paño para los días más fríos. Para el aseo personal: tres pañuelos para el cuello, otros tres para la nariz y un peine; y para comer: un vaso, un plato y un juego completo de cubiertos.[8]
La misión consiguió llevar la vacuna hasta las islas Canarias, Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Nueva España, Filipinas y China.​ El barco llevaba instrumental quirúrgico e instrumentos científicos, así como la traducción del Tratado práctico e histórico de la vacuna, de Moreau de la Sarthe, para ser distribuido por las comisiones de vacunación que se fundaran.
La expedición llegó a Santa Cruz de Tenerife, donde pasó un mes vacunando, y salió de Canarias el 6 de enero de 1804, llegando a Puerto Rico el 9 de febrero de 1804. No se necesitó vacunar a la población de Puerto Rico ya que la vacuna fue llevada a la isla desde la colonia danesa de Saint Tomás. El 26 de mayo de 1804 llegó al puerto de La Habana, quedando sorprendidos al observar que la vacunación contra la viruela ya había sido llevada a cabo gracias a la actividad de Tomás Romay.

Capitanía General de Venezuela
La expedición se dividió en La Guaira:
·         Balmis se trasladó a Caracas, donde instaló la Junta Central de la Vacuna con el apoyo de José Domingo Díaz y Vicente Salias antes de marchar a Puerto Cabello y la Habana. El poeta venezolano Andrés Bello escribió incluso una «Oda a la vacuna» en 1804.
·         José Salvador y Lleopart, el segundo cirujano, se adentró en la Nueva Granada (actuales Colombia, Venezuela, Ecuador y Panamá) y el Virreinato del Perú (actuales Perú, Chile y Bolivia). Le tomo siete años recorrer el territorio, y los esfuerzos del viaje se llevaron la vida del propio Salvany, que murió en Cochabamba en 1810.

Nueva España (1805)
En el territorio del actual México, Balmis recogió veinticinco huérfanos para que mantuvieran la vacuna viva durante la travesía del océano Pacífico, a bordo del navío Magallanes. Partieron el 8 de febrero de 1805 del puerto de Acapulco rumbo a Manila (Filipinas), llegando a dicha ciudad el 15 de abril de 1805.

Capitanía General de Filipinas


Recorrido de la expedición en las Filipinas.

En las Filipinas la expedición recibió una importante ayuda de la Iglesia local para organizar las vacunaciones de indígenas. El 14 de agosto de 1809 el grueso de la expedición regresó a Acapulco, mientras Balmis, descartando volver a tierras novohispanas, siguió avanzando hacia la China. Isabel permanecería en Puebla con su hijo; ya no volverían a España.

China
Conociendo que la vacuna no había alcanzado China, Balmis solicitó permiso para marchar hacia Macao, permiso que le fue concedido, partiendo de Manila el 3 de septiembre de 1805.
Balmis arribó finalmente, y tras un accidentado viaje a la colonia portuguesa de Macao, el 5 de octubre de ese mismo año se adentró en territorio chino. Vacunó a la población de varias ciudades hasta llegar a la provincia de Cantón.
Regreso a España
En su camino de vuelta a España, Balmis consiguió convencer a las autoridades británicas de la isla Santa Elena (1806) para que accediesen a la vacunación de la población.
El propio descubridor de la vacuna de la viruela Edward Jenner escribió sobre la expedición:
No puedo imaginar que en los anales de la Historia se proporcione un ejemplo de filantropía más noble y más amplio que éste. ​
Sobre el mismo hecho Alexander von Humboldt escribía en 1825: “Este viaje permanecerá como el más memorable en los anales de la Historia”.​



Monumento en el puerto de La Coruña en homenaje
a los niños de la expedición.

La expedición en la ficción
·         2006: La novelista dominicano-estadounidense Julia Álvarez escribió un relato de ficción sobre la expedición desde la perspectiva de la rectora del orfanato, Isabel Zendal Gómez, en Saving the World (2006).
·         2010: La expedición fue recreada también por la escritora madrileña Almudena de Arteaga en su novela Ángeles custodios, de 2010. ​
o    2016: La película de TVE 22 ángeles, de Miguel Bardem  (2016), está basada en la novela Ángeles custodios (2010). ​
·         2011: Esta expedición es el tema central de la novela de Antonio Villanueva Edo Los héroes olvidados (2011).
·         2013: El escritor zaragozano Javier Neveo novela la expedición, narrada por uno de los niños, en Los niños de la vacuna (2013).
·         2015: El ganador del Premio Planeta, Javier Moro, cuenta en clave novelística la historia de estos niños en su libro A flor de piel (2015).
·         2017: La escritora española María Solar relata en su libro Los niños de la viruela (2017) los momentos previos al embarque.

NOTA DEL BLOG EN TARANCON: OPINIÓN Y CULTURA: Hemos suprimido casi todos los enlaces a informaciones complementarias por facilitar la lectura del artículo, excepto el que accede a la biografía del médico Francisco Javier Balmis y el que detalla la enfermedad de la Viruela. Quien esté interesado en profundizar más en otros detalles, puede acceder a la publicación original de Wikipedia en el siguiente enlace: https://es.m.wikipedia.org/wiki/Real_Expedici%C3%B3n_Filantr%C3%B3pica_de_la_Vacuna