viernes, 3 de marzo de 2017

Caminos preestablecidos - J. Vielsa

     Hay un tema que está sonando últimamente, donde se aprecia lo que la sociedad dividida opina acerca de la homosexualidad, transexualidad, gente a la que le sobran kilos, personas de otra raza, y un largo etcétera en el que podría clasificaros como nos subdividen según nuestra condición ya sea física o mental.


     La culpa no es de nadie, más que de la sociedad en la que vivimos, y a la que nosotros mismos alimentamos. Consumiendo programas que nos hacen creer que necesitamos tener un buen cuerpo, una bonita cara, para triunfar en esta vida, mientras nos sugieren que nos queramos a nosotros mismos (que ironía). Celebridades que están en lo más alto de España, sin ser nadie, y aunque opino que un título no quiere decir que seas inteligente, esas mismas personas carecen de algún tipo de don a la hora de destacar para haber llegado a semejante cumbre. Personas que publican libros tan solo por ser quienes son, ya que las editoriales utilizan su nombre pues son sinónimo de ventas, aun sin tener capacidad alguna ya sea en expresión, gramática u ortográfica. Sin ir más lejos, un libro que vende una historia que ni es suya, y que ni si quiera habrán escrito (y eso personalmente, me decepciona).
     Vivimos en una sociedad, donde se nos castiga por las malas cosas que hacemos, se nos regaña desde niños por suspender en matemáticas, en vez de premiar lo bueno que somos en historia, por ejemplo. Y es que no podemos exigir que cada persona sea bueno en todo, sino valorar e incrementar el don de cada uno de ellos.
     Educamos a nuestros hijos, a los pequeños que en su día serán el futuro del país, con amenazas diciendo que si no estudian, se convertirán en barrenderos. ¿Acaso los barrenderos son menos que nadie? La inteligencia no reside en un título, como he dicho antes. Pues he conocido a grandes personas, que han ampliado mis enseñanzas, sin tener ni si quiera la ESO. La gente tiene miedo de un chico que se fuma un porro, sin hacer daño a nadie, y que quizá tiene más educación y honradez que gente que va de traje, cuando es mucho más problemático el alcohol (una DROGA legal) a manos de un volante.



     Educamos a nuestros niños, intentando encaminarlos por el sendero de lo que debería estar bien, en vez de lo que se supone que está mal. Que ser "maricón" (y perdonad la expresión) está feo. O desprestigiando a un extranjero por el simple hecho de que está intentando sobrevivir como cualquier otro. ¿Acaso no hay españoles que roban, o matan? Que estudien, para que el día de mañana se puedan comprar un coche, una casa, formen una familia como las personas normales, y vivan para un gobierno que cada día nos pisa más. Así nos tiraremos pagando toda una vida bienes materiales que se nos ha hecho creer que necesitamos.



     Señoras y señores, TODOS somos personas. Sé que mis palabras pasarán desapercibidas. Pero hoy llegué del trabajo con ganas de expresar una opinión. Que cada ser humano que pasa por tu lado, viene de un pasado del cual no tienes ni idea de lo que ha sufrido para llegar hasta hoy con esa sonrisa. Que TODOS tenemos sueños, esperanzas, metas u objetivos. Ganas por las que vivir. Desazón que nos agobia cuando no podemos más. Que TODOS alguna vez nos sentimos náufragos sin saber que rumbo coger. Que TODOS tenemos personas por las que daríamos la vida. Sin discriminar a nadie. Crecemos con el miedo de ver qué pensarán las personas que nos rodean por ser como somos, por decir lo que pensamos, por ir al revés de la corriente que se ha marcado. Con el miedo a no encajar, a no encontrar nuestro sitio. Sin darnos cuenta de que por el camino encontramos a personas como nosotros, que escogieron el mismo sendero diferente que nosotros.
     Eduquemos a nuestros pequeños, enseñándoles a que se valoren, a que crezcan teniendo claro que quieren ser y a donde quieren llegar. Sin miedo de lo que puedan juzgar los demás. Que a lo largo del camino encontrarán personas que irán en contra de sus ideologías, creencias, pensamientos, forma de ser, físico, o lo que sea, pero que merecerá mucho más la pena cuando lleguen a la cima y vean el paisaje de la felicidad que les queda por contemplar.

J. Vielsa




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