domingo, 15 de octubre de 2017






Un AÑO con Más Opinión,  Más Cultura y Más Tarancón


La actualidad, muchas veces, no deja tiempo ni espacio para las opiniones más documentadas y reflexivas o para aquellos aspectos de la cultura que tienen que ver más con la creación y el arte que con la noticia. Por esta y otras razones, un grupo de taranconeros decidimos alejarnos de la actualidad inmediata para dedicar tiempo y espacio a la Opinión y la Cultura.
Con este objetivo y coincidiendo el sexto aniversario de la aparición del periódico digital, entarancon.es, se puso en marcha este nuevo espacio o suplemento para la Opinión y la Cultura.
Una nueva ventana digital desde la que asomarse para hablar y opinar de todos los temas que nos afectan también como ciudadanos de un pueblo situado en el centro de España, cruce de caminos entre La Mancha y la Alcarria, entre Madrid y Valencia. Un pueblo con presente y futuro, que no olvida su pasado
Pero no solo se trata de hablar y opinar. En Tarancón: Opinión y Cultura, además de un foro digital, es un gigantesco archivador donde podemos encontrar las obras de muchos de nuestros literatos, músicos, artistas o historiadores, de hoy y de ayer. Se necesita tiempo, pero estoy seguro que con los años seremos capaces de recoger en esta inmensa aula cultural la voz, las palabras o las imágenes de todos aquellos que, en Tarancón, han dedicado tiempo y trabajo a la creación artista y cultural.
De momento, no están todos los que son, pero sí son todos los que están: poetas, fotógrafos, ilustradores, historiadores, músicos, pintores, actores…
Muchos no pasarán de ser unos buenos aficionados, otros conseguirán incluso el respeto y la admiración de fuera. En cualquier caso, todos forman parte de la realidad artística y cultural de nuestra ciudad. De la realidad de hoy, de la de ayer y quizá, de la de mañana.
Un blog abierto también a las opiniones de fuera, a las que nos hablan, por ejemplo, de “un nuevo orden mundial” o nos ayudan a entender “el procès catalán”. Opiniones firmadas por destacados periodistas, filósofos o historiadores que recogemos, en muchos casos, de los diarios más importantes de nuestro país y del mundo.
El Rincón de los Artistas es, como su propio enunciado indica, el espacio donde se visualizan las obras de nuestros creadores. Ahí podemos disfrutar de los cuadros de un maestro como el pintor Emiliano Lozano, mirar a nuestra Semana Santa a través de las fotografías de Javier Alonso o descubrir los montajes teatrales de grupos locales como Cávea, capaces de llenar con sus musicales varios días el Auditorio de nuestra ciudad.
Pintura, fotografía, folklore, montajes teatrales, música y, por supuesto, literaria. La creación literaria tiene su propio rincón donde poder leer aquellos relatos o poesías que nos evocan lugares y personajes cercanos.
Un Rincón Literario que se amplía con la Biblioteca Virtual, que pone a nuestra disposición libros virtuales de interés.
En Tarancón: Opinión y Cultura  es un blog que en su sección Enlaces de Interés,  nos remite a otros blogs, a otras páginas como las de las revistas Malena o el Castillejo, afortunadamente digitalizadas.
Mucho de todo este trabajo hay que agradecérselo a un taranconero, al que no nombro porque no me dejaría, que ha vivido rodeado siempre de impresoras (antiguas, de offset o digitales), y con un lápiz y un papel, la  máquina de escribir o el ordenador, siempre a mano. A su incansable y generoso trabajo le debemos muchas de las páginas escritas sobre nosotros mismos y su pueblo.  Gracias a él, a nuestros colaboradores y a todos los que nos seguís de cerca en este empeño por abrir al mundo la Opinión y la Cultura de Tarancón.
Coincidiendo con este primer aniversario, me gustaría invitar, una vez más, a participar en este foro digital a todos los taranconeros/as y colaboradores de fuera con ganas de expresar sus opiniones o de mostrar sus creaciones artísticas,  literarias y de investigación histórica.

Fdo. Antonio Parra Cuenca

lunes, 2 de octubre de 2017












¿Una última oportunidad para Castilla?

      El texto que sigue, lo hemos extraído de un libro ya agotado, editado por el escritor Madrileño-Alcarreño Juan Pablo Mañueco en plena transición, hace 40 años, en plena polémica por la división territorial de España en autonomías.

      Su libro, cuya portada ilustra este artículo, va precedido de unas líneas de Julio Senador y una introducción del propio Juan Pablo Mañueco. Resulta sorprendente cómo casi todos los temores del escritor, se han ido cumpliendo y cómo Castilla fue troceada para saciar los deseos de otras comunidades llamadas históricas que siempre anhelaron trocear a Castilla para anular su fuerza y su papel como freno a sus ambiciones políticas y territoriales. Hoy contemplamos con tristeza los sucesos de Cataluña y vemos cómo una vez más algunos españoles, y castellanos se unen a apoyar pretensiones ajenas descuidando los amores propios.

      Hemos realizado también un estudio que se incluye a continuación del texto de Mañueco, que muestra cómo fue tejiéndose la maraña de comunidades de variada denominación: “históricas reconocidas sin discusión”, “históricas por autodenominación” y regiones sin más; en esta categoría se encuentra Castilla la Mancha, en la que nadie levantó su voz para intentar corregir la injusta marginación con la Castilla del norte ni contra la felonía de dispersar, trocear y anular a la que fuera la nación más próspera, rica y emprendedora de los diferentes reinos de España allá por el siglo XV, aunque comenzando el XVI, tras la Guerra de las Comunidades contra el Emperador Carlos V, todas las fuerzas anticastellanas, extranjeras e hispanas, se aplicaron  a fondo en combatirla, y también a la Corona de Aragón.



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ASÍ COMIENZA EL LIBRO:



«Los castellanos, separados, no conseguiremos nada; pero unidos : porque, cuando el pensamiento de las muchedumbres es unánime sobre cualquier asunto, se convierte en una entidad abstracta llamada opinión pública a la que nadie se atreve a desafiar.»

Julio Senador



INTRODUCCIÓN:


PALABRAS SOBRE
EL PAÍS CASTELLANO


      Afirmar el carácter específicamente nacional que la Historia ha otorgado a Castilla, debería ser costumbre tan cotidiana y repetida entre nosotros que hiciera innecesaria la tarea de demostrarlo a estas alturas. No obstante, el actual estado de postración en que se encuentra Castilla, nos impone la penosa obligación de comenzar por planteamos cuestiones tan básicas como ésta.
      Ello es particularmente doloroso, puesto que otros pueblos del Estado español han quemado etapas en el camino de recuperar sus señas de identidad colectiva. Nosotros, por el contrario, a pesar de que constituimos sin duda la nacionalidad más evidente del Estado español, y la que mayores y más urgentes reivindicaciones tiene por realizar, nos mantenemos al margen del proceso, como adormecidos o permanentemente derrotados.
      Pero dejémonos de vaguedades y especulaciones, y acometamos frontalmente el tema que nos ocupa: ¿Constituye o no Castilla uno de los países existentes en España?
      Quienes admitan la estructura plurinacional del Estado español, asunto éste que ya apenas se discute, habrán de concluir que Castilla posee todas las características que definen como tal a una nación, es decir: LENGUA Y CULTURA PROPIAS, TRADICIONES AUTOCTONAS, TRAYECTORIA HISTORICA DIFERENCIADA Y COLECTIVA; con una particularidad, la de que Castilla posee dichas notas con mayor intensidad posiblemente que otros países de España, perfectamente reconocidos y «legalizados» ya como tales.
      En efecto, nuestro carácter nacional castellano se presenta mucho más definido, desde cualquier punto de vista que se confronte, que el de otros países de España, los cuales, aun siéndolo, encontrarían mayores dificultades que nosotros para demostrar de inmediato, en toda su plenitud y extensión, las características nacionales que antes mencionábamos.
      Por ello, la demonización de País Castellano referida a Castilla no hace sino reflejar una evidencia que conviene asumir rápidamente.
      Urge hacerlo, porque de esta forma habríamos eliminado la primera y más dolorosa desnaturalización a la que hoy se nos quiere someter a los castellanos. ¿Qué características nacionales tendrá Cataluña –me pregunto–, que no pueda presentar igualmente Castilla, aparte de un super desarrollo económico al que nuestros emigrantes se han visto obligados a contribuir con su trabajo? ¿Qué poseerá Euskadi que no tenga también Castilla, aparte de unos privilegios fiscales y de unos paraísos tributarios de los que indudablemente nos convendría gozar de inmediato? ¿Qué características etnológicas tendrá Galicia, en fin, que no posea de igual modo Castilla, aunque las nuestras no sean reconocidas?
      A nuestro entender, en el Estado español existen, al menos, cuatro nacionalidades diferenciadas por la historia: Cataluña, Euskadi, Castilla y Galicia. Existen, por otra parte una serie de “países catalanes” y un conjunto de “países de lengua castellana”, cuya atribución nacional, en ambos casos, es ciertamente más discutible y difícil de demostrar pero que, de no serlo por sí mismos, lo serían como componentes extraterritoriales de alguna de las comunidades nacionales anteriormente citadas.
      Sin embargo, desde las alturas del poder y desde las mismas alturas de esta oposición bisoña e inexperta que nos ha salido, se postura la peregrina idea de que en el Estado español sólo existen tres nacionalidades: Cataluña, Euskadi Galicia (opinión que es ferozmente defendida por los beneficiarios de dicha situación), siendo lo demás únicamente “regiones” o “zonas” del mencionado Estado.
      Si admitiéramos esa absurda expresión discriminatoria, que tanto se repite últimamente –y que al final nos la han puesto incluso en la Constitución–, de las nacionalidades y regiones del Estado español, se produciría la desconcertante paradoja de que en España existieran 25 millones de apátridas, recién caídos del cielo seguramente, sin nacionalidad ni raíces nacionales conocidas.
      Yo, por el contrario, sé perfectamente cuál es mi País, y desearía que todos los castellanos nos aprestáramos a reivindicar el carácter nacional de Castilla, que hoy discriminatoriamente, como tantas otras cosas, se nos niega.
      Por los motivos que apunto, se me antoja importantísimo, además, que todos aquellos que amamos y sentimos a Castilla nos apresuremos a combatir esas otras expresiones, tan habituales para designarnos actualmente y tan atentatorias para la dignidad nacional de un País que como el castellano desea comenzar a asumirse, cuales son las de “Cuenca del Duero”, “Zona Duero”, “Región Centro”, “Zona Centro”, etc.
      ¿A qué obedecen esas denominaciones geográficas que desde las estructuras oficiales se nos aplican? ¿Qué intereses subterráneos se esconden detrás de ese proceso que pretende rebautizar con epítetos geográficos a un País que ha recibido ya su nombre de la historia? ¿Admitiría Galicia, por poner un ejemplo, la denominación de “zona Miño”? ¿se le ocurriría a alguien llamar a Cataluña la “Región Nordeste”? ¿Aceptaría Aragón ser conocido como el “Centro Derecha”? Estimo que no, so pena de caer en lo grotesco. Por lo tanto, en España, o se hace geografía durante otros cuarenta años, o se hace realidad, respetando los derechos de todas las nacionalidades, sin exclusiones.
     Las despersonalización de Castilla no puede continuar por más tiempo. Los castellanos hemos de ser conscientes de que constituimos y hemos constituido una de las nacionalidades más decisivas de la historia de Europa: la castellana, aunque hoy estemos aplastados nacionalmente y, si se me permite la expresión, Zonificados.
      Por todo ello, urge, como decía anteriormente, que tomemos conciencia de nuestro carácter nacional; urge que sustituyamos la expresión “regionalismo castellano” por el término que le corresponde en propiedad: nacionalismo castellano; y urge, en fin, que impidamos el mantenimiento de esas diferencias discriminatorias del tipo “nacionalidades y regiones del Estado español”, que pretenden compartimentar a los territorios del Estado en estamentos desiguales. Las circunstancias están cambiando rápidamente y aquí las denominadas “regiones” vamos a comenzar a decir muchas cosas que quizá no gusten a las autonombradas “únicas nacionalidades”, tenaces defensoras de sus consolidados privilegios, pero que nos es ineludible plantear urgentemente.
      Y bien, hasta aquí algunas de las razones por las que considero necesario institucionalizar cuanto antes el nombre de País Castellano. En números posteriores iremos revisando otras reivindicaciones (más decisivas por no ser tan básicas) de las muchas que deberá plantear nuestro País ante el Estado español, si realmente desea salir de la postración, del abandono, del olvido y del subdesarrollo –tanto económico como político– en que actualmente se encuentra.

Juan Pablo Mañueco




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Nota de Redacción:

      Han pasado 37 años desde que Juan Pablo Mañueco escribiera este libro; y algunas cosas han empeorado, muy pocas mejorado y los nacionalismos periféricos, no han quedado conformes con las concesiones que se les hicieron a la hora de redactar la Constitución (el debilitamiento y troceamiento de Castilla entre otras y la conversión de España en una nación totalmente asimétrica e injusta).
      Hemos considerado adecuado finalizar este artículo con un somero estudio del proceso autonómico, para facilitar la comprensión del complicado sistema, y facilitar así que los lectores puedan apreciar con más claridad la evolución de las arbitrarias desigualdades con que partió aquel proyecto de país "democrático" y que supuestamente contemplaba una igualdad de derechos y deberes de todos sus habitantes, sobre todo en lo concerniente a los poderes y decisiones que emanan del estado (Constitución Española).



LA ESPAÑA AUTONÓMICA: NACIONALIDADES, COMUNIDADES HISTÓRICAS Y REGIONES

      Comunidades históricas con reconocimiento implícito de nacionalidad –término confuso, pues no existe en la Constitución tal reconocimiento expreso--, se les reconoce más o menos ese derecho a las de derecho foral y a las que en algún momento anterior hubiesen tenido plebiscitos de autodeterminación o autonomía, aunque no se basa en si fueron reinos, sino exclusivamente en el hecho de tener una lengua propia distinta a la del Estado:

      –Cataluña, Constitución de 1978,
      –Galicia, Constitución de 1978,
      –País Vasco, Constitución de 1978,

Comunidades con fueros o régimen especial:

      –Navarra (con fueros históricos),
      –Canarias, 1982 (que tiene un tratamiento fiscal y administrativo especial por su lejanía e insularidad),

Comunidades Históricas añadidas después del 78:

      Los descontentos de varias regiones motivaron los Pactos Autonómicos, que abrirían una nueva puerta al reconocimiento de otras comunidades como “Históricas”. El primero en 1981 entre los dos partidos mayoritarios: UCD y PSOE (siendo presidente Leopoldo Calvo Sotelo). Y el segundo, en 1992, entre PSOE y PP, siendo presidente José María Aznar. Los acuerdos alcanzados en estos pactos, se sellaron exclusivamente entre estos dos grandes partidos y no fueron sometidos al refrendo de las cortes.
      En 1983, se admitió la reclamación de Comunidad Histórica de Andalucía, a partir de un referéndum realizado por la Junta en 1981. Lo que provocó un gran descontento en Aragón, que se manifestó en las calles reclamando el mismo trato (ciertamente, tenía más derecho que Andalucía), y tendría que esperar hasta 1999.
      Siguiendo su ejemplo, y  ya sin argumentos por parte del Estado para negarlos, los obtuvieron otras regiones con diversos y a veces peregrinos argumentos, bajo el extraño nombre de Derecho de Autocalificación” (podrían haber sido todas las regiones e islas), quedando de esta forma:


Regiones autónomas, consideradas históricas por derecho de “Autocalificación”:

      –Andalucía,
      –Aragón,
      –Asturias,
      –Cantabria,
      –Castilla-León,
      –Reino de Valencia,
      –Murcia,

REGIONES autónomas, sin más reconocimientos:

      –Castilla-la Mancha, 1982 (que nunca reclamó nada y sigue sin reclamarlo).
      –Madrid, 1983 (por ser capital del Estado),
      –Baleares, 1983,
      –Ceuta, 1995 (anteriormente dependía administrativamente de Andalucía),
      –Melilla, 1995 (Anteriormente también dependía de Andalucía).

      Y así, quedó definitivamente configurado el actual estado asimétrico, con regiones de primera categoría, de segunda y de tercera.
      De aquellos Polvos, vinieron estos lodos, y si no se afronta seriamente el problema creado, los nacionalismos seguirán creciendo en sus pretensiones, y el resto de comunidades empezarán a reclamar mayor atención y respeto, aunque sólo sea para intentar aproximarse en derechos a las de primera.

      Así que reflexionando sobre lo aquí expuesto, tenemos que repetirnos la pregunta:




¿Puede ser el nacionalismo
la última oportunidad para Castilla?



Auténtica bandera de Castilla antes de la unión
de los Reinos de Castilla y León (nunca fue morada).



P.L.O.
En Tarancón: Opinión y Cultura




miércoles, 27 de septiembre de 2017





 El descarrilamiento del ‘procés’
Los que invocan el nacionalismo lo hacen en vano. El amor a la comunidad a la que uno pertenece y el cuidado de los intereses materiales y culturales de esa comunidad no se articulan hoy en día por medio del nacionalismo

EDUARDO MENDOZA -  27 sep 2017. diario el país

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(En estos momentos de vorágine y confusión, nos ha parecido
 interesante copiar en nuestras páginas, para ayudar a dar a
conocer, la opinión del último Premio Cervantes, por su
honestidad y sentido común.

                                                      En Tarancón: Opinión y Cultura)        _________________________________________



      Hace unos días me pasaron a la firma un manifiesto sobre el referéndum catalán. Los firmantes eran personas que respeto y con muchas de las cuales tengo una buena amistad y el contenido del manifiesto era inocuo, a pesar de lo cual no quise sumarme a la lista de firmantes por varias razones de forma y de estrategia: en primer lugar, todos los firmantes tienen, sin ánimo de ofender, una cierta edad, con lo cual su opinión encarna la sabiduría y la experiencia, pero no representa el ímpetu y la esperanza de una población más joven. Al margen de esto, en el momento presente, un manifiesto publicado en un determinado órgano de expresión sería tomado como una declaración de guerra dijera lo que dijera. Y así ocurrió. Sin embargo, de poco sirvió mi exquisita prudencia y mi nombre ha sido incorporado a la lista de los firmantes a la hora de repartir denuestos. Qué le vamos a hacer.
      Seguramente esta adhesión virtual se debe a unas declaraciones recientes, expresadas en el curso de una entrevista, en las que dije que el procés había descarrilado. Con eso quise decir que el planteamiento de la cuestión y su desarrollo posterior habían sido erróneos y seguían un camino equivocado, no tanto por su contenido, discutible en algunos puntos, pero merecedor de un serio debate, sino el espíritu que lo había alimentado y del que se seguía nutriendo. Con esta frase tan retorcida me refería, como añadí, al nacionalismo.
      En la entrevista a que me refiero dije que el nacionalismo era un concepto anacrónico. Pervive, sin duda, en el ánimo de muchas personas, pero ha cambiado de sentido. Lo mismo ocurre con otros conceptos. Por ejemplo, el romanticismo. Si hoy digo que soy un romántico, nadie interpretará que pienso como Schiller o como Lord Byron, sino que me gustan las canciones melódicas y las películas ñoñas que acaban bien. Otros conceptos sufren hoy el mismo desgaste: democracia, por ejemplo; o socialismo. Pero no nos alejemos del tema. Lo que quería decir es que los que invocan el nacionalismo lo hacen en vano. El amor a la comunidad a la que uno pertenece y el cuidado de los intereses materiales y culturales de esa comunidad no se articulan hoy en día por medio del nacionalismo ni son, en rigor, nacionalismo. El nacionalismo tuvo su momento y pasó. Ahora es un conjuro que permite al que lo usa creer que representa los intereses de la comunidad y descalificar al que no comparte su postura. Por suerte o por desgracia, hoy en día los problemas son otros y añadir el elemento emocional a las cuestiones prácticas lo enreda todo. Pero también es cierto que las emociones existen y son importantes para quien las siente y rechazarlas con la altanería de quien está de vuelta de todo es contraproducente y está mal.

Las emociones existen y son importantes para quien las siente; está mal rechazarlas con
altanería

      Cataluña no es un país de ideas. Las relaciones humanas, el pragmatismo y la creatividad artística son sus principales virtudes. En uno y otro terreno subyace un elemento infantil que hace a Cataluña especialmente atractiva, como se demuestra por un turismo que la desborda. Y los visitantes acuden en masa a ver la obra de Gaudí y la de Dalí, dos artistas que apelan a lo que algunos llaman “el niño que todos llevamos dentro” y esta cualidad le ha permitido pasar rápidamente y con éxito de una economía industrial en decadencia a una economía de servicios y a Barcelona en la capital europea del desmadre. Nadie escapa a este influjo. Lo mismo se aplica las grandes manifestaciones públicas. Comparadas con las broncas de cualquier otro país, las manifestaciones que tienen lugar en Barcelona, sea para protestar o para exigir, son una fiesta escolar. La gente se ríe, se abraza, canta y su comportamiento, en todo momento ejemplar, hace que la manifestación parezca un juego. Los corresponsales extranjeros, que del niño ven la inocencia y no la rabieta, flipan y se apuntan a una causa tan guai.   Del mismo modo, las actitudes desafiantes de los dirigentes, los insultos y las descalificaciones les salen del alma, pero vistas objetivamente, son de tebeo.
      A esto el Gobierno español, tanto el actual, como todos los gobiernos que le han precedido a lo largo de una historia que dura más de cien años, no sabe cómo responder. En el caso del Gobierno actual la cosa se agrava porque sus recursos intelectuales son, por decirlo de algún modo, limitados. Regaña, llama al orden y amenaza, todo lo cual da el resultado contrario al que busca, si es que busca resolver el conflicto y no encrespar los ánimos con fines electorales. El recurso a la legalidad difícilmente surte efecto cuando ni este Gobierno ni ninguno ha demostrado mucha preocupación por las leyes a la hora de manejar los dineros propios y ajenos. Y la amenaza de poco sirve frente a la irresponsabilidad.
      ¿Qué hay que hacer? No tengo ni idea. Lo preocupante es que tampoco parece haber       nadie que tenga alguna, salvo la de continuar la batalla de slogans y llegado el momento salir a la calle y liarse a mamporros. Mientras tanto, el papel de las personas como yo, apartadas de la cosa pública por inclinación, pero metidos en ella por las circunstancias, sólo puede ser el de intentar aclarar las ideas y reconducir las cosas a un terreno más serio. Y en cumplimiento de esta noble función hago dos apuntes de orden lingüístico e histórico.

Los recursos intelectuales del Gobierno actual son limitados. Regaña, llama al orden y
amenaza

      El primero es de uso interno: La Historia nos enseña que no se grita por las calles que no hay democracia cuando realmente no hay democracia; si te dejan salir a gritar lo que te da la gana es que las cosas no están tan mal. El segundo se refiere a la Guardia Civil. Los medios de información extranjeros califican a la Guardia Civil de “paramilitares”, lo cual es una falsedad, primero porque la Guardia Civil es una rama más de la policía estatal y segundo porque este término remite al lector a otros países y otras actividades que por fortuna no tienen nada que ver con lo que ahora pasa en Cataluña. Y quienes en Cataluña invocan la Historia reciente bien saben que el levantamiento militar de 1936 no triunfó en Barcelona gracias a la lealtad de la Guardia Civil a la República. Es verdad que luego fue un instrumento del franquismo, pero no más que los curas que ahora declaran su apoyo al referéndum.
Los medios de información cumplen una labor necesaria. Algunos son tendenciosos e incluso sectarios, pero en conjunto son la salvaguardia de las libertades o, al menos, una defensa contra el abuso de poder, en la medida en que son una tribuna abierta donde cabe la disidencia y la denuncia. Pero no son infalibles y, por la propia naturaleza de su función, son fragmentarios y precipitados. Alguien dijo que la guerra es un asunto demasiado serio para dejarlo en manos de los militares. Lo mismo se puede decir de la opinión pública: algo demasiado importante para dejarlo exclusivamente en manos de los medios de información. Y esto va también para el periódico en el que aparece este artículo. En medio de la vorágine, alguien tiene que pararse y ponerse a pensar un poco más a fondo.


Eduardo Mendoza es escritor y Premio Cervantes 2016.


Ilustración: Nicolás Aznarez


OTROS ARTÍCULOS DEL AUTOR



sábado, 16 de septiembre de 2017





ALCALDES DE TARANCÓN
desde 1637 hasta 2017


       El Ayuntamiento de Tarancón, ha creado un nuevo espacio expositivo en la Sala de Comisiones, la que anteriormente se conocía como Sala de los Quijotes, en alusión a la magnífica colección de escenas del quijote en Terracota.
       La nueva exposición está formada por nueve paneles en los que además de situarnos en el contexto histórico de cada época desde el siglo XVIII hasta el presente, nos va mostrando la relación de los alcaldes hasta el período predemocrático, con el último alcalde, a caballo entre el período de la dictadura y las primeras elecciones democráticas a partir de la Constitución de 1978, (don Francisco Manzanares González), a los que sigue una colección de retratos, desde el primer alcalde de la democracia (don Antonio Dominguez Gallego), hasta el alcalde actual, don José Manuel López Carrizo.
       Hemos fotografiado los paneles, (no con la calidad deseada al no poder situar un sistema de iluminación adecuado y con espacio escaso para obtener encuadres y enfoque correctos), y aunque la mayoría resultan perfectamente legibles, hemos optado por incluir el nombre y el período de mandato bajo cada una de las fotografías.
       Nos parece una buena iniciativa y un elemento más para conocer la historia de nuestro pueblo.

Nota: Nos ha extrañado ver que desde 1637 hasta marzo de 1844, había dos alcaldes por legislatura. Hemos consultado con don Marino Poves Jiménez y nos aclara que hasta esa época se nombraba tanto a los alcaldes como a los regidores (concejales) por partida doble, unos por  "El Estado Noble" y los otros por "El Estado Llano", estando representadas ambas clases sociales. No fue hasta un decreto de Espartero (liberal) --que suprimía los Señoríos, y por tanto las diferencias entre clases sociales para cargos administrativos y representativos--, cuando pasó a haber una sola categoría de alcaldes y regidores.


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Recorriendo la Exposición:

















































Los alcaldes de la democracia:






ANTONIO DOMíNGUEZ GALLEGO
Primer mandato: 1979-1983
Segundo Mandato: 1995-1999








JOSÉ GARCÍA BARRIOS
1983-1985








JOSE MIGUEL RUIZ PARRA
1985-1987








JUAN MANUEL LÓPEZ GARCÍA
Primer Mandato: 1987-1991
Segundo Mandato: 1991-1995








RAÚL AMORES PÉREZ
Primer mandato: 1999-2003
Segundo mandato: 2003-2007
Tercer mandato: 2007-2011







MARÍA JESÚS BONILLA DOMÍNGUEZ
2011-2015







JOSE MANUEL LÓPEZ CARRIZO
2015- ...




     En resumen: nos parece una idea acertada habernos dado a conocer a todas esas personas que desde siglos atrás, dirigieron el día a día de Tarancón y aportaron su esfuerzo para el desarrollo de nuestra ciudad; y aunque comprendemos que pasado un tiempo los diferentes paneles terminarán siendo retirados de esa sala, sería deseable que se les destinara un lugar destacado, y no se nos ocurre otro más apropiado que la Sala de Personajes Ilustres de la Casa Parada, donde podrían contemplarse por las nuevas generaciones cuando acudan a visitar el Museo Lozano o cualquiera de las exposiciones o actividades lúdicas y culturales que allí se organicen en el futuro.


P.L.O.
En Tarancón: Opinión y Cultura