viernes, 6 de noviembre de 2020


Caminando

          Este es el primer relato de los 24 que componen el libro de María Rius. Viene a ser como una presentación o un compendio-resumen de lo que pretendía escribir, con cierto toque de nostalgia adelantada que expresará de forma explícita en el relato VII “El tren churrero”, pues es posible que ya le rondase la idea de conocer otros lugares diferentes a el Tarancón que ella tanto amaba, pero que para su espíritu inquieto y observador, se le quedaba corto, pequeño y aislado de un universo que se le antojaba lleno de posibilidades y aventuras.

«Nota: las palabras que tiene un asterisco están explicadas en el glosario del final de este relato.»

 

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        Caminando

 

TRAJINANTE*, cuando vayas a hacer tus tratos, trapicheos* y cambalaches por esos pueblos de la Mancha, forzosamente pasarás por el mío; porque es el camino que a todas partes conduce. A través de los siglos fueron dejando sus huellas: romanos, fenicios, sarracenos, personajes ilustres de las armas y de las letras, guerrilleros, cabecillas, milicianos y clérigos que se encontraban en los caminos y en los figones* con muleteros, castradores* de colmenas, tratantes y  trasegadores de mostos, feriantes y titiriteros. Si vas a apagar tu sed en las tabernas o esperas en las cocinas de las posadas que estén a punto las gachas, el cochifrito, los zarajos y el gazpacho, presta oído a todo lo que digan, por muy insignificante que te parezca, y dime, cuando vuelvas, todo lo que hayas visto y escuchado. Tú no puedes comprender, pero todo lo que me cuentes me interesará.

¿Has visto si la veleta del palacio de los Duques sigue dando vueltas, o la herrumbre la dejó apuntando hacia el poniente, como el día que yo me marché del pueblo? Tal vez no cante ya por las noches el ruiseñor de la Huerta de los Hilos, ni hayas visto a un labriego medio bufón y medio juglar, improvisando versos como aquel que decía:

Pastor que vas al aprisco,

--¿Has visto a mi burra torda*

Cargada de toro bizco?

--No señor, no la he visto.

Y el pastorcillo brincando

Y las ovejas alrededor…

--¡Me cisco* en el pastorcillo de Dios!

Dime si todavía sigue abriendo paso en las fiestas, dando cabriolas sobre su caballo moro, el tío Luis, el cirujano; si huele a pan caliente en los callejones donde se amontonaban las gavillas de carrasca delante de las puertas de los hornos. Si has oído hablar de la casilla de la Martina, de la plazuela de los Castellanos, de la cueva de la Danzanta, de la Hontanilla, del nicho que coronaba el arco de la Malena; si en el hotel de la Quinita sigue el espíritu de Quinito Valverde* tecleando el ‘Pobre Valbuena’, ‘El terrible Pérez’, ‘La marcha de Cádiz’… La estancia de este compositor en el pueblo fomentó la melomanía de muchas señoritas, sobresaliendo la Melera que deleitaba con los acordes que escapaban por el balcón de las noches de verano; tal vez huyendo de una madre machacona que obligaba a su hija a tocar constantemente ‘La Traviata’, parangonando con aquella de ‘Toca ese vals Pepita’. También había un caballero, Medallita, que presumía de virtuoso, aunque jamás acertó a poner una nota en su sitio. Sus dedos, temblorosos y obcecados, revolvían las teclas al azar, como si se tratara del bombo de la lotería. El resultado era una infernal algarabía que acababa con la paciencia de todo el vecindario. No dudo que te habrás solazado con el donaire de la Sanfasona, bailando jotas y  seguidillas manchegas. Sí, en aquella que se puso delante del coche de Alfonso XIII cuando él iba camino de Saelices a visitar a su tía la Infanta Paz y le gritó enardecida: “¡Viva la madre que te parió!” Al rey le hizo gracia. Paró el coche para tenderle la mano, que ella besuqueó con arrebato. Desde entonces se jactaba, descaradamente, de haber besado “al Rey de las Españas”.

Yo escuché al ruiseñor de la Huerta de los Hilos y ‘La Traviata’, corrí detrás del caballo moro del cirujano, jugué con el borbollón de la Hontanilla, husmeé por los hornos cuando se hacía el pan casero. Pelé la pava* en el banquillo rústico hincado en el huertecito de la casilla de la Martina*, donde iba también el clero a descansar y refrigerarse, después de su paseo por los Asientos del Juez. Desde allí veíamos pasar el tren de las cinco de la tarde. Con él soñábamos todas las jóvenes; era la incógnita, la aventura y la esperanza; el que rompía la monotonía de las horas, con gentes forasteras.  Tal vez el príncipe azul, caballero de ‘La sonatina’ de Rubén Darío, que luego se trocaba en el ambulante de correos, el interventor de ferrocarriles o un viajante de comercio. Algunas vieron cumplidas sus esperanzas; otras las dejaron prendidas en las acacias de las acacias de la casilla del guardavías*, pero el tren seguía pasando, impertérrito, a las cinco de la tarde y algún pañuelo quedaba suspendido en el aire.

La Gaveta. I Relato. Pág. 11

 

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Glosario de términos en desuso

 

*Casilla de la Martina. Era una de las tres casillas que había en los tres pasos a nivel de la vía del ferrocarril que hay en Tarancón, donde vivía el ‘guardavías’ o ‘guardabarreras con sus familia. Estaban dotadas de un terreno para huerta y árboles de sombra y seguramente un pozo, pues por entonces no había todavía agua corriente en el pueblo. La de La Martina, puede que fuera la que estaba en el cruce de la vía del ferrocarril con la carretera Toledana, hoy avenida Pablo Iglesias. Hace algunos años se derribó. Se transformó es un diminuto parque que aún conserva árboles de cuando se construyó, porque ya no hay guardabarreras ni casillas, las barreras son accionadas desde la propia estación.

*Castrar colmenas: Cosechar la miel de las colmenas. Quitar la sobrante para transportar las colmenas a otra ubicación. Se hace para evitar daños a la colmena y la muerte de muchas abejas por ahogamiento en la miel que se derramaría en su interior durante el viaje a otro emplazamiento.

*Figón: Fonda o taberna de poca categoría.

*Me cisco en: Forma fina y educada de decir “me cagüen…” y lo que siga...

*Pelar la Pava: Arrumacos de enamorados en algún lugar discreto que a ello se preste.

*Joaquín Valverde: era un compositor de zarzuelas y canciones famoso en España y en Hispano América. Se le conocía como “Quinito Valverde”. Construyó en Tarancón, cerca de la estación del ferrocarril, un hotel para su esposa Carmen Pérez, apodada en Tarancón como “La Quinita”, nombre con el que también se bautizó popularmente al hotel. Se derribó hace años para edificar en su lugar un grupo escolar y la Casa de la Cultura tras haber pasado por escuela pública y también como cuartel de la Guardia Civil.

*Tordo o torda: Se dice de las caballerías y otros animales que tienen el pelo mezclado de negro y blanco.

*Trajinante: persona que va de un lado a otro con cualquier actividad.

* Trapicheos: Ingeniarse, buscar trazas, no siempre lícitas, para el logro de algún objeto. Según la R.A.E.

 

 

 

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En Tarancón: Opinión y Cultura

Pedro López Ocaña

TARANCÓN

5-11-2020

 


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